Ya es la hora de tomar las riendas de tu vida. Por mucho tiempo has pensado que todo sigue su curso y que la función que debes asumir es tu actitud ante el destino marcado de antemano. No sólo se consigue saciar la sed acercándose a una fuente. Hay que arrodillarse y tomar agua con las manos para poder llevarla a la boca. Del mismo modo se actúa ante las diferentes situaciones que se ofrecen en la vida. La decoración sólo oculta los verdaderos agujeros que tiene un edificio libre de atrezzo.
Sin el color la vida carece de matices, pero sin ojos que lo procesen y mente que lo de emoción tampoco sería necesaria su existencia. La vida es vida porque existe materia consciente de estar viva. La vida es vida desde la alta vibración que envuelve todo.
La vida se abre paso entre distintas vertientes y se manifiesta de un sólo modo, que es en su inmensa plenitud, potencial y energía.
Debes asumir conscientemente tu camino y darle todo el valor para poder ser.
Dentro de esa experiencia individual se vive una sensación de soledad y aislamiento. A veces se vive la plenitud y a veces la desgracia, pero nunca son perdurables.
La manifestacion de lo ya vivido dentro de la mente obliga a tomar caminos bloqueados que provocan tanto retraso y confusión que a veces es necesario volver a empezar de nuevo.
Para avanzar es necesario en ocasiones parar a mirar el mapa, o observar en qué dirección sopla el viento que nos debe llevar o el río que debemos navegar.
Sentir y potenciar o abrir los sentidos y capacidades que posee el ser, es primordial en esa tarea de orientación. Todo es fácil y la vida provee a lo creado con manantiales eternos.
Si estás en el proceso de apertura interna, dale tiempo a tu tiempo para poder seguir sin fisuras. Si ya has avanzado puedes ayudar a coger la mano de los que quieran avanzar, pero recuerda que tu barco no puede albergar a dos ocupantes. Cada individuo es libre y debe experimentar su propia vida y encontrar su propio río.
En la navegación se toma como referencia puntos fijos, inalterables que marcan una posición. Del mismo modo la vida tiene esos referentes fijos e inalterables que marcan un punto de partida y otro de llegada para cada experiencia y para la propia existencia.